miércoles, 9 de diciembre de 2009

Día 2

Aquel nombre escrito en la perfecta caligrafía de los impresos oficiales me llegó como un golpe directo a los riñones.
La orden era clara y directa, al alba su cuerpo debería permanecer frío e inerte para siempre.
Una vez conseguí asimilar la noticia, miré su figura tendida sobre la cama, todavía podía sentir su calor cerca de mi… agarré mi Beretta 92 y salí por la puerta aprovechando que todavía dormía.
Las horas siguientes a todo aquello pasaron sutiles y silenciosas, mientras no podía evitar pensar en otra cosa que no fuese en alejarme lo máximo de ella, y esconderme por una temporada lejos de los acechantes ojos de esos hombres… tomé el primer tren y desaparecí fundiéndome con la noche.

Volé de mi nido junto a ella, por primera vez en mucho tiempo volvía a sentir el miedo que muchas veces se había apoderado de mí, dicen que es el miedo lo que da alas a los hombres.

Y después de pasar pocas horas en la fría cama de esta destartalada habitación de motel, he decidido levantarme, y no puedo dejar de pensar en que me gustaría ser ahora mismo tan fuerte como ella es, la vida ha vuelto a traicionarme una vez más.

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