miércoles, 9 de diciembre de 2009

Día 3.

Estaba sentada en el bordillo de la acera. En la cajetilla solo habian dos cigarros y tenia otro en la boca. Los avisos de muerte, no me importan. No habian estrellas en mi cielo aquella noche, y me gustaba pensar que en el suyo tampoco.
No estaba cansada de buscar, solamente la desesperación me impedia caminar y me senté, en aquel bordillo, a mirar la fachada sin pintura del edificio de enfrente.
Y pensé. Durante mucho tiempo, me pareció una eternidad. ¿Donde puede estar? Solo estaba su cara en mi cabeza y no podia imaginar el lugar donde se encontraba. Sabia con certeza que no habia vuelto a casa. Se habia marchado, y no quiero creer que no va a volver.
No. No es tan cobarde como para irse de repente, escondiendose en la oscuridad.
Él no es así.
Me levanté y pisé la colilla. Cerré los ojos y tiré el humo rápidamente y me puse a caminar.
Seguia sin haber nadie en la calle, las farolas estaban medio fundidas y la luz naranja que desprendian parpadeaba.
El asfalto estaba agrietado, y no habia coches. ¿Era esa de verdad una ciudad fantasma o solo imaginaciones mias?
Quise gritar, pero me daba miedo que alguien que no fuera él me oyera. Así que corrí, pero seguia igual.
Mi única dirección era hacia ningun lugar.
No pude mas y me derrumbé. Debian ser las 4 de la mañana, y sola, a esas horas sin dinero ni telefono no iba a llegar a ningun sitio, así no iba a encontrarle.
Me volví a casa.
Dejé las llaves en la mestia de la entrada, al lado de un monton de sobres y papeles que pensé que debian ser facturas y propaganda. Conforme pasé, mi mano hizo que algunos de esos papeles se calleran.
Entre esos papeles, habia una tarjeta.

Club Luna Roja.

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